El PSC consigue la mayoría absoluta
La nueva mayoría absoluta en Polinyà, sorprende a propios y extraños. El PSC alcanza la mayoría absoluta desde que acabáramos con la última mayoría de derechas, hace exactamente veinte años. La consigue después de veinte años de pactos: Ocho con la izquierda ICV-EUiA (87-95) y doce con la derecha catalana de CiU (95-2007).
En época de dictadura, igual que todos los pueblos y ciudades de Catalunya y España, Polinyà contó con un gobierno de dominio absoluto. En las primeras elecciones municipales democráticas celebradas en el 1979 una vez finalizada una larga dictadura Franquista, el grupo que gobernó se presentó a las elecciones democráticas y resultó reelegido con mayoría absoluta. Alguien se preguntará, ¿Porqué Polinyà se diferenció de los demás pueblos y votó a los mismos?. ¿Qué hicieron otros para acabar con esa situación? Ahí está la pregunta que debe hacerse la izquierda. ¿Por qué no se dio el cambio en el año 79 en Polinyà? ¿Por qué se dejó que ese gobierno plagado de intereses prosiguiera su curso ocho años más después del 79, mientras que los demás pueblos de la Comarca iniciaban su camino progresista? Esta es una pregunta que alguien debería contestar.
Es aquí donde se encuentra la razón del retraso en los servicios y en las infraestructuras locales. Un retraso de ocho años respecto a los demás pueblos de la comarca. Pero de eso no interesa divulgar nada. Es mejor que permanezca todo callado. No interesa informar que en ese periodo sólo había un partido decidido luchando con ahínco contra la especulación de los propietarios del suelo. El PSC no podía informar de ello porque no existía y porque en los últimos años, esa derecha ha sido su muleta, la que lo ha sostenido y alimentado desde el 1995 hasta la fecha.
Hay un debate democrático abierto sobre las conveniencias o no de las mayorías absolutas. Hasta el momento, a la conclusión que se llega, es que no son ni buenas ni malas. Son las formas de gestionar dichas mayorías las que las hacen ser de una forma o de otra. En general, se viene dimitiendo, que las mayorías repercuten negativamente sobre los procesos democráticos, se reduce la participación y se retrocede en el consenso. Así es que los Planes Generales de Urbanismo, la mayoría no son consensuados, como es el caso de Polinyà. Los talantes y la creencia en la democracia, son importantes, en estos casos de mayorías absolutas. Si esto no se tiene claro, evidentemente esas mayorías pueden ser dañinas para la salud democrática y por consiguiente, para los ciudadanos.
A la vez, se suele dar una tendencia a la baja intensidad en el trabajo. Aumento de la prepotencia. Y, siempre, mal justificando que es la mayoría quien les ha otorgado esa potestad.
En Polinyà por ejemplo, algo parecido ya ha ocurrido en este corto periodo de mayoría. En el pleno pasado ya se le contestó a los grupos opositores con prepotencia y desaire. En vez de poner la propuesta a consideración del Pleno de la Corporación, se coloca la palabra de “no da lugar”. Se impidió un debate aplicando la mayoría, haciendo un flaco favor a esa democracia por la que tanto hemos luchado y por la que hay que estar vigilante siempre para no retroceder.
Otro apartado, no menos importante a retener, es al abuso de recolocaciones y de salarios bastante generalizados que se dan en esos casos. Hay quienes utilizan las mayorías absolutas para sacar sustantivas rentas económicas para la estructura del partido. Para mejorar el enriquecimiento personal con suculentos sueldos. Y el acomodo en puestos de relevancia a personal partidario a fin, no solamente de la población. Etc. Esto en Polinyà es un hecho que ocurre desde hace años.
La estrategia elegida es la de acomodar sueldos y personal al principio de legislatura para que se olvide pronto el enfado registrado entre la ciudadanía, de modo que no repercuta negativamente en las elecciones siguientes. Actitudes que sólo hacen alimentar la idea de que los políticos acceden a la política, sólo para enriquecerse.
En época de dictadura, igual que todos los pueblos y ciudades de Catalunya y España, Polinyà contó con un gobierno de dominio absoluto. En las primeras elecciones municipales democráticas celebradas en el 1979 una vez finalizada una larga dictadura Franquista, el grupo que gobernó se presentó a las elecciones democráticas y resultó reelegido con mayoría absoluta. Alguien se preguntará, ¿Porqué Polinyà se diferenció de los demás pueblos y votó a los mismos?. ¿Qué hicieron otros para acabar con esa situación? Ahí está la pregunta que debe hacerse la izquierda. ¿Por qué no se dio el cambio en el año 79 en Polinyà? ¿Por qué se dejó que ese gobierno plagado de intereses prosiguiera su curso ocho años más después del 79, mientras que los demás pueblos de la Comarca iniciaban su camino progresista? Esta es una pregunta que alguien debería contestar.
Es aquí donde se encuentra la razón del retraso en los servicios y en las infraestructuras locales. Un retraso de ocho años respecto a los demás pueblos de la comarca. Pero de eso no interesa divulgar nada. Es mejor que permanezca todo callado. No interesa informar que en ese periodo sólo había un partido decidido luchando con ahínco contra la especulación de los propietarios del suelo. El PSC no podía informar de ello porque no existía y porque en los últimos años, esa derecha ha sido su muleta, la que lo ha sostenido y alimentado desde el 1995 hasta la fecha.
Hay un debate democrático abierto sobre las conveniencias o no de las mayorías absolutas. Hasta el momento, a la conclusión que se llega, es que no son ni buenas ni malas. Son las formas de gestionar dichas mayorías las que las hacen ser de una forma o de otra. En general, se viene dimitiendo, que las mayorías repercuten negativamente sobre los procesos democráticos, se reduce la participación y se retrocede en el consenso. Así es que los Planes Generales de Urbanismo, la mayoría no son consensuados, como es el caso de Polinyà. Los talantes y la creencia en la democracia, son importantes, en estos casos de mayorías absolutas. Si esto no se tiene claro, evidentemente esas mayorías pueden ser dañinas para la salud democrática y por consiguiente, para los ciudadanos.
A la vez, se suele dar una tendencia a la baja intensidad en el trabajo. Aumento de la prepotencia. Y, siempre, mal justificando que es la mayoría quien les ha otorgado esa potestad.
En Polinyà por ejemplo, algo parecido ya ha ocurrido en este corto periodo de mayoría. En el pleno pasado ya se le contestó a los grupos opositores con prepotencia y desaire. En vez de poner la propuesta a consideración del Pleno de la Corporación, se coloca la palabra de “no da lugar”. Se impidió un debate aplicando la mayoría, haciendo un flaco favor a esa democracia por la que tanto hemos luchado y por la que hay que estar vigilante siempre para no retroceder.
Otro apartado, no menos importante a retener, es al abuso de recolocaciones y de salarios bastante generalizados que se dan en esos casos. Hay quienes utilizan las mayorías absolutas para sacar sustantivas rentas económicas para la estructura del partido. Para mejorar el enriquecimiento personal con suculentos sueldos. Y el acomodo en puestos de relevancia a personal partidario a fin, no solamente de la población. Etc. Esto en Polinyà es un hecho que ocurre desde hace años.
La estrategia elegida es la de acomodar sueldos y personal al principio de legislatura para que se olvide pronto el enfado registrado entre la ciudadanía, de modo que no repercuta negativamente en las elecciones siguientes. Actitudes que sólo hacen alimentar la idea de que los políticos acceden a la política, sólo para enriquecerse.
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