Los pasajeros del barco hace muchos años que advierten que navegamos por un rumbo inseguro y poco fiable.
En primer lugar.- La izquierda debe admitir que hemos tenido comportamientos que no dan seguridad. Han sido muchas luchas y enfrentamientos que han separado al electorado de la izquierda transformadora. Y, esos comportamientos, necesita de un tiempo para restaurarla. La confianza no se logra de unas elecciones para otras. La confianza entre los hombres y mujeres que trabajan en los movimientos sociales, en las universidades y en los sindicatos, no tienen que leer en titulares que hay intención de llevar a cabo la unidad de la izquierda, sino que lo deben percibir en el trabajo del día a día. Somos ingenuos si pensamos que los trabajadores, por el hecho de ser trabajadores, van a votar a una fuerza que se sitúa a la izquierda, más allá de las corruptelas y las políticas económicas de PP-PSOE, si no da credibilidad y la seriedad pretendida de las masas. Un horizonte que se visualice un rumbo claro y que sus militantes se implican de lleno para cambiar las cosas. Esa es la seguridad que necesita dar la izquierda para que nuevamente los trabajadores puedan adquirir la confianza. Si logramos ese reto, los trabajadores volverán a creer en nosotros y se dispondrán de nuevo a favorecer el crecimiento de una fuerza que, junto a ellos, garantizará la luchar a favor de “sus intereses” y los cambios necesarios, como así fue en otras épocas, mucho más duras y difíciles que hoy.
En segundo lugar.- Es cierto que la sociedad ha asumido un cierto grado de apoliticismo, como también es cierto que en un sindicato de clase puedan haber trabajadores afiliados que defiendan políticas de la derecha. Creo, que estos elementos, claramente contrastados, está fuera de toda lógica que pudiera ocurrir. Pero ocurre. El problema está en comprender, ¿por qué ha llegado la sociedad a ese grado de apoliticismo, que tanto pronunciamos?. El apoliticismo es el ABC de la derecha para que nada cambie y pueda dominar a las masas con toda facilidad. Igual que hay ciertas políticas, que la derecha utiliza electoralmente, para disgregar a los trabajares y castigar a la izquierda. Eso no es nuevo, siempre ha existido. También hemos conocido que, aun así, con esas políticas disgregadoras, las masas siempre se han movilizado cuando hay una fuerza política unida y con unas orientaciones ideológicas y políticas claras. Yo me decanto porque es éste el problema que tenemos en este momento.
En tercer lugar.- La caída de la socialdemocracia en Europa choca con el creciente ascenso de gobiernos de la izquierda transformadora en Latinoamérica. Países que están luchando duramente contra el imperialismo y el fascismo. (Pueblos a los que debemos dar toda solidaridad y ayuda, transmitiendo los sucesos que ocurren en esas zonas, ya que aquí, los medios más que informar desinforman) ¿Qué está pasando para que los nativos de esos pueblos, salgan a la palestra en la defensa de la tierra y del medio natural, para que se enfrenten a los terratenientes y a la oligarquía?. La socialdemocracia no es referente para ellos.
En cuanto lugar.- Me preocupa la abstención: La de Europa un 57%. La de España un 55%. En Catalunya un 60% y la de Polinyà, que es mi pueblo, que ha sido ni nada más ni nada menos que del 67%.
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