INTERVENCIÓN EN EL SENADO, ANTE EL MINISTRO MORATINOS, SOBRE LA SITUACIÓN EN AMÉRICA LATINA
El señor NUET I PUJALS: Es Nuet, que significa desnudo
en catalán. (Risas.)
Muchas gracias, señor presidente.
Le doy también a usted la bienvenida, señor ministro,
en nombre de mi grupo parlamentario, grupo parlamentario
que usted conoce bien. Es un grupo plural, lo compartimos
cuatro formaciones políticas: el Partido de los
Socialistas de Cataluña, Esquerra Republicana de Catalunya,
Iniciativa por Cataluña-Verdes e Izquierda Unida.
Por tanto, como no puede ser de otra forma, también tenemos
nuestros ajustes respecto de las opiniones.
De forma global, lo primero que le quiero comentar es
que nosotros nos movemos con comodidad por su discurso,
especialmente cuando es global, pero es posible que
cuando profundizamos en algún aspecto aparezca ya
algún elemento de discrepancia, que intentaré señalarle
muy respetuosamente.
Voy a comentar básicamente siete aspectos respecto a lo
que nos ha expuesto hoy. En primer lugar, espero que esté
de acuerdo conmigo en que vivimos en América Latina un
momento apasionante, y posiblemente no podríamos
encontrar en su historia reciente un momento más importante
que el que estamos viviendo en los últimos años.
Incluso el impacto que significaron en su momento la
revolución cubana o la revolución nicaragüense o el
Gobierno popular de Allende no responde a las expectativas
que en este momento se han depositado en los grandes
y profundos cambios que está viviendo buena parte del
continente, especialmente porque hemos conocido la
América Latina de la pobreza y la desigualdad —unas
naciones ricas y unos pueblos pobres o muy pobres—,
hemos conocido la América Latina de la corrupción —de
los gobiernos títeres, de las élites blancas que han gobernado
mucho tiempo en esos países, durante generaciones—,
hemos conocido la América Latina de la intervención
norteamericana, del patio trasero donde los Estados
Unidos ponían y quitaban Gobiernos y mandaban tropas
cuando lo creían conveniente, y hemos conocido la América
Latina del militarismo y de la falta de estabilidad institucional
democrática. Esa es la América Latina que
hemos conocido.
Es verdad, y usted lo señalaba, que básicamente a partir
del año 2005 —antes en algunos otros países—, han tenido
lugar toda una serie de elecciones populares y de cambios
políticos muy importantes, fruto de participaciones
masivas de los pueblos de muchos de los países de América
Latina, que han comportado nuevos gobiernos, no en
uno sino ya prácticamente en docenas de países de América
Latina, que han abandonado esa situación que vivían,
con Gobiernos títeres, y han pasado a tener Gobiernos
soberanos, con un respaldo popular —repito— que no
había existido en su historia reciente. Pensamos que ese es
un elemento realmente importante.
Por otro lado, nos parece que en este momento no solo
podemos hablar de voto, que ya es importante porque en
muchos de estos países no se votaba, sino que sobre todo
podemos hablar de participación de los de abajo, y especialmente
de que los de abajo son protagonistas de esos
cambios, porque en muchos de esos Gobiernos han pasado
a gobernar líderes, partidos y sectores sociales que
nunca habían participado en la política en esos países y
que, en la mayoría de ellos, vivían en esas situaciones de
abandono, de ostracismo, de pobreza, que antes he descrito.
Realmente el cambio es espectacular. Por supuesto,
nosotros estamos de acuerdo en que el Gobierno español
acompañe ese cambio, lo apoye desde la soberanía que
cada uno de esos países evidentemente tiene.
Usted lo decía, los últimos seis años han favorecido
también el crecimiento continuado de las economías de
estos países, economías que en este momento desempeñan
cada vez más en toda la región, y especialmente en el caso
de Brasil, un papel económico cada vez más importante a
nivel internacional. Son economías, además, que han iniciado
un camino de integración entre ellas mismas, porque
en muchos casos se daban la espalda, y estaban pensadas
más en función de los Estados Unidos y no en función de
las necesidades de los distintos países de América Latina.
Por tanto, ese crecimiento es importante, pero en este
momento, dada la diferencia de ese crecimiento, con lo
que políticamente está pasando es necesario que aquel
vaya acompañado por una mayor redistribución.
Es importantísimo que ese crecimiento se consolide y
que vaya acompañado de elementos de redistribución en el
conjunto de los países. En ese crecimiento económico participan,
por supuesto, empresas españolas. Nuestra posición
es —y usted lo sabe— que hay que exigir a las multinacionales
españolas que se adapten a las nuevas condiciones
de los países de América Latina, que se adapten al
cambio que han experimentado estos países en los últimos
años, porque ya no operan en la América Latina de los
Gobiernos títeres, operan en la América Latina de los
Gobiernos soberanos. Las empresas deben entender lo que
significa la soberanía económica y el afán de control de
los recursos propios por cada uno de los Gobiernos de
América Latina y deben cumplir con los compromisos de
responsabilidad social con los pueblos en los que operan.
El lucro que persiguen nuestras empresas tiene un límite:
el cumplimiento de la legislación y de la soberanía legal
de los países en los que operan, y estamos convencidos de
que, mediante el diálogo, las empresas españolas desempeñarán
un papel determinante en esos países, pero adaptándose,
cómo no, a las nuevas circunstancias.
Usted ha hablado de diálogo. Diálogo y cumbres, sí;
diálogo con los distintos Gobiernos de América Latina,
por supuesto. Es algo que se está haciendo con pleno respeto
a la soberanía de cada uno de esos países. Las cumbres
serán más o menos exitosas en la medida en que sigan
la agenda de las necesidades globales para ese cambio que
se está produciendo en América Latina. Si en anteriores
cumbres el objetivo principal fueron los elementos económicos,
la redistribución y las políticas sociales, es acertado
que, a través de la juventud, podamos hablar de educación,
de trabajo o de otros aspectos que en este momento
marcan las agendas —y usted lo sabe bien— de muchos
de los Gobiernos que recientemente han aparecido en países
de América Latina. Por tanto, repito, tendrán éxito las
cumbres apegadas al territorio, las cumbres apegadas al
cambio global que se están celebrando en el continente y
que se insertan en políticas y en declaraciones a las que
muchos de estos países de América Latina dan prioridad
en este momento.
Antes he comentado el pleno apoyo a las políticas de
esos países que han decidido tomar el toro por los cuernos
en lo que respecta a sus economías, a sus Constituciones y
a los cambios sociales. Señor ministro, no tenga miedo en
confrontar con la derecha cuando esta se resiste a perder
privilegios, sea la derecha en América Latina o la derecha
española, porque, por suerte, cuenta usted con la colaboración
de este humilde grupo parlamentario y con el de la
inmensa mayoría de los Gobiernos de los países de América
Latina que en este momento están plantando cara a los
antiguos privilegios, que la derecha organiza ahora de
manera distinta a como los organizó históricamente en
esos países. Le pedimos que siga en esa línea.
Quiero hacer hincapié en dos aspectos más. Primero,
adelante con el bicentenario, especialmente con diálogo.
¿Por qué? Porque si está bien hablar de América Latina o
de Iberoamérica, también lo está hablar de Indoamérica.
No olvidemos en el bicentenario el papel de los pueblos
indígenas que fueron masacrados por el imperio español.
Es una asignatura pendiente del Gobierno español, porque
en buena parte de esos países, los nuevos protagonistas del
cambio son los pueblos indígenas, olvidados históricamen-
te por los gobernantes blancos. Sin duda es un elemento a
tener en cuenta porque en caso de ser olvidado podría
aguarnos alguna fiesta de bicentenario en algún país.
Hay que abordar esos bicentenarios, esa fiesta, ese
recordatorio histórico mediante la colaboración desde la
multiculturalidad y el plurilingüismo, que en muchos de
estos países son fenómenos que se están poniendo sobre la
mesa, al lado, por supuesto, de la importancia de la lengua
española.
Finalizo mi intervención manifestando nuestra solidaridad
con el Gobierno boliviano y con su presidente, Evo
Morales. Creo que de forma muy oportuna, el 15 de septiembre,
los gobernantes de América del Sur firmaban una
declaración de Unasur de total solidaridad con el Gobierno
soberano de la república de Bolivia y con su presidente,
Evo Morales, que ha ganado recientemente un referéndum
democrático, al igual que el presidente de Ecuador,
el señor Correa. Los gobernantes, reunidos en Santiago el
15 de septiembre, expresaron su más pleno y decidido respaldo
al Gobierno constitucional del presidente de la
República de Bolivia, Evo Morales, cuyo mandato fue
ratificado por una amplia mayoría en el reciente referéndum,
y advierten de que sus respectivos Gobiernos rechazan
enérgicamente y no reconocerán ninguna situación
que implique un intento de golpe civil o de ruptura del
orden institucional, o que comprometan la integridad territorial
de la República de Bolivia.
Esa oportuna reunión del 15 de septiembre en Santiago
ha demostrado que la historia no puede volver atrás, que
en América Latina no se pueden hacer las cosas como se
hacían en el Chile de 1973, donde Pinochet, con el apoyo
de los Estados Unidos, derrocaba a un Gobierno democrático.
Las cosas han cambiado, y la solidaridad de los
países de América del Sur recuerdan a quien sea que Bolivia
es un país soberano y que el pueblo boliviano, con
sus debates y discusiones, por supuesto —también los
tuvimos aquí en el periodo de transición democrática—,
resolverá adecuadamente. Por tanto, manifestamos nuestro
pleno apoyo a Evo Morales y a la República de Bolivia,
como creo que también lo hacen su Gobierno y su
ministerio.
Muchas gracias, señor ministro, por su comparecencia.
Espero que en el turno de réplica podamos puntualizar
algún aspecto.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Nuet.
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