Miguel Hernández, Poeta Comunista (30/10/10 - 28/3/42)
En el año del centenario del nacimiento de Miguel Hernández, y cuando este domingo se cumplen 68 años de su muerte, familiares, amigos, académicos y políticos siguen exigiendo su reparación histórica. El pasado viernes se celebró en la Universidad de Alicante un acto "breve y trascendente", en descripción del también poeta Marcos Ana, que compartió cárcel con Miguel Hernández, y que debía ser, junto con Lucía Izquierdo, su nuera, Maria José Hernández, su nieta, y la representación de la Comisión para la recuperación de la Memoria Histórica de Alicante, de las pocas personas que debían sentirse a gusto en la más que justa reivindicación del poeta y en el acto de reconocimiento universitario. (Por cierto, no entiendo cómo se atrevió a estar presente la alcaldesa de Oriola --que por si ella fuera se habría convertido el centenario en un feria de rimados peperos).
Según relatan los periódicos, Lucía Izquierdo, insistió en que debe anularse "la injusta condena a muerte que está vigente, y pesa como una losa". Y expresó su confianza en que el Tribunal Supremo valide dicha nulidad antes de que concluya el año del centenario.
El Gobierno, por su parte, en la Declaración de Reparación y Reconocimiento Personal en virtud de la Ley de Memoria Histórica, destaca que Miguel Hernández, poeta de la generación de 1936, fue un "defensor de la libertad y de los valores democráticos en momentos dolorosos de nuestra historia". Que padeció persecución y privación de libertad por razones políticas e ideológicas e "ingresó injustamente en prisión el 4 de mayo de 1939 y fue condenado a muerte en virtud de una sentencia dictada, sin las debidas garantías por el ilegítimo Consejo de Guerra". (¿No les parece a ustedes, como a mí, que estas palabras -en especial lo de las "debidas garantías"- suenan a tibieza y a vacío?) Porque a pesar de que esta pena fue conmutada por la de reclusión mayor, Miguel Hernández falleció a causa de las infrahumanas condiciones de su celda el 28 de marzo de 1942.
Maria Teresa Fernández de la Vega habló en la Universidad de Alicante diciendo de Miguel Hernández que fue "un genio artístico que supo levantarse contra generaciones de prejuicios, que siempre entendió que la propia libertad se construye desde el compromiso y que amó como pocos a su tierra y a los que habitan en ella"... pero no he sabido encontrar en los periódicos que De la Vega se refiriera a Miguel Hernández como el gran poeta comunista que fue... (¿Es que ahora se trata de seguir reivindicando sólo una parte de su memoria?)
Una reacción vital e ideológica
Miguel Hernández pidió el ingreso en el Partido Comunista a Rafael Alberti y María Teresa León después de los hechos que cuenta este Manifiesto de protesta colectivo que se publicó el 16 de enero de 1936 en El socialista bajo el título "Protesta en favor del poeta Miguel Hérnández". Su lectura, que ha sido posible gracias al Anecdotario de poetas, es altamente recomendable. Dice:
El lunes, día 7 de este mes de enero, estando el poeta murciano (sic) Miguel Hernández pasando el día en las orillas del Jarama, fue detenido por la guardia civil, y preguntado, primero, qué hacía por aquellos lugares. Miguel Hernández contestó, sonriente, que era escritor y que estaba allí por gusto. El traje humilde, modesto, de nuestro amigo, llevó a la guardia civil a tratarle con violencia, conduciéndole al cuartelillo de San Fernando. Durante el trayecto, para ocultar la vergüenza que provocaba en él la detención, Miguel Hérnández, de rabia, fue dándoles con el pie a las piedras. Entonces, le amenazaron de muerte, diciéndole: "Si no por aquella mujer que viene andando detrás de nosotros, te dejamos seco."
Al entrar en el cuartelillo, y sin más explicación, el cabo le abofeteó. Siguieron los golpes, hasta con unas llaves que le quitaron después de un registro minucioso, en el que encontraron además, como terrible prueba, una cuartilla encabezada con este nombre: "Juan de Ocón." Los guardias civiles de aquel puesto no podían comprender que un hombre con aire campesino escribiese un título para una obra de teatro. "Este es un cómplice. Anda. Confiesa." Así, golpeado, insultado, vejado, permaneció varias horas en el cuartelillo, hasta que pudo telefonear a un amigo de Madrid, que respondió de su persona.
Enterados de este atropello, lo denunciamos al ministro de la Gobernación, y protestamos, no de que la guardia civil exija sus documentos a un ciudadano que le parezca sospechoso, sino la forma brutal de hacerlo, pues en vez de limitarse a comprobar su identidad, le golpease (sic) maltratándole y hasta amenazándole de muerte. Protestamos de la vejación que representa el abofetear a un hombre indefenso. Protestamos de esta clasificación entre señoritos y hombres del pueblo que la guardia civil hace constantemente. En este caso que denunciamos, Miguel Hernández es uno de nuestros poetas jóvenes de más valor. Pero, ¡cuántas arbitrariedades tan estúpidas y crueles como ésta se cometen a diario en toda España sin que nadie se entere! Protestamos, en fin, de esta falta de garantías que desde hace tiempo venimos sufriendo los ciudadanos españoles.
Encabezaba la protesta Federico García Lorca y seguían las firmas de José Bergamín, José María de Cossío, Ramón J. Sender, Antonio Espina, Arturo Serrano Plaja, César M. Arconada, Pablo Neruda, Maria Teresa León, Rosa Chacel, Miguel Pérez Ferrero (que en estos momentos trabaja en su biografía de Antonio y Manuel Machado), José Díaz Fernández, Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre, Concha Méndez, Luis Cernuda, Luis Lacasa y Luis Salinas
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